La inflación y la desigualdad
¿Eres una persona a la que le gusta estudiar la historia, los acontecimientos y las consecuencias que nos ha traído? ¿Ves un patrón claro a lo largo de los muchos años en los que una clase social sale más fortalecida? En este artículo hablaremos de la inflación y la desigualdad y de todo lo que has de saber al respecto. En muchas ocasiones, cuando pasamos una crisis o ocurre cualquier circunstancia negativa para la economía, es cuando más se ve la diferencia. Si echamos la vista atrás y analizamos nuestra historia reciente, podemos ver un cambio significativo en las clases. No se puede decir que haya habido inflación como en otros países como en Argentina, por ejemplo. Sin embargo, antes de la crisis, a grandes rasgos, existían tres clases; alta, media y baja. En estos últimos años parece que la clase media ha desaparecido prácticamente y hemos encontrado más desigualdad.
No es solamente un problema de por sí que la clase media haya sido casi eliminada de la sociedad. Las consecuencias que esto tiene es que agrandan aún más las diferencias entre una clase alta y la clase baja. Para una persona que tiene unos orígenes pobres, dar el salto a esa clase alta es prácticamente imposible o, por lo menos, muy complicado. Antes era factible poder ir subiendo escalones de uno en uno a base de esfuerzo y trabajo, pero ahora se necesita un salto que no somos capaces de dar. Todo empieza desde el colegio y la educación que se recibe. Tras los recortes en la educación, los hijos de familias sin recursos no reciben el mismo trato académico. Al margen de la gran labor de todos los maestros, los recursos o condiciones brillan por su ausencia. Puede que también te interese saber qué es la inflación.
Desigualdad e inflación
Como hemos señalado en el apartado anterior, la desigualdad se empieza a notar desde los primeros años de vida. Si desde que empieza nuestra edad escolar nos dotan de mejores recursos, vamos a estar más preparados y lograremos más oportunidades en nuestra vida laboral. Por no mencionar los contactos que tienen las universidades con grandes empresas. Una persona que necesite clases extraescolares no tendrá problema en conseguirlas, ya que se contrata a una profesora particular. Este caso no se da en familias sin recursos. Si comenzamos con esta gran desventaja desde el inicio de nuestra vida académica hasta el final de ella, podemos adivinar qué personas consiguen mejores trabajos. Por eso decimos que es muy complicado, sin una clase media como puente, poder prosperar. Es el propio sistema que está viciado y totalmente desequilibrado. No solo en épocas de inflación hay desigualdad. En cualquier crisis, la distancia aumenta muy significativamente.
Cuando un país cae en una gran inflación, la gente pierde poder adquisitivo. Lo mismo pasa ante un problema de desempleo en el que es difícil tener seguro cierto nivel de ingresos garantizado todos los meses. Cuando hay tanta diferencia en recursos y posibilidades, la gente sin oportunidades se hunde más y empeora su situación. Por otro lado, la clase alta hasta puede salir beneficiada y con mayor poder adquisitivo. Muchas personas dicen que crisis quiere decir oportunidad. Esto puede llevar a malentendidos o estrategia nada éticas, ya que se entiende como aprovecharse del que está en una peor situación. Unos consejos financieros que reciben los ricos es vender cuando todo el mundo compra y comprar cuando el resto vende. Si la mayor parte de la sociedad quiere vender, por ejemplo su casa, significa que hay problemas de dinero. La gente con recursos encuentra esto como un mercadillo inmobiliario.
Problemas
La clase alta en una sociedad, al tener un gran poder adquisitivo, saca provecho de toda situación difícil que golpee a un país. Bien es cierto que otra gente pierde su «estatus» y termina viviendo en la calle. Esto obedece a circunstancias excepcionales, una mala gestión de los ahorros o falta de ellos y otras situaciones trágicas o desafortunadas. No obstante, la tendencia que estamos tomando es a terminar por eliminar la clase media. Lo hemos podido ver a lo largo de la historia. Grandes fortunas se han creado en época de guerra o en los años posteriores en los que había necesidad. Antes, el bien más preciado era la comida. Quien almacenaba suficiente, en años de hambre, salía con una fortuna.
La inflación, en el año 1.923, hizo que en Alemania el pan pasara de 250 marcos a 200 mil millones. Para refugiarse del frío, llegó a ser más rentable la quema de billetes que utilizarlos para adquirir madera o carbón. Hay más anécdotas y situaciones surrealistas provocadas por la inflación, como eran las compras en las que no se contaban los billetes, se pesaban. Era tal locura y volatilidad en los precios que cuando se iba al restaurante, se negociaba la cantidad a pagar porque durante la comida podía variar. En todo ese caos que se vió envuelta la sociedad germana, con toda seguridad se crearon fortunas y se fortalecieron algunas ya existentes. Sabiendo la tendencia de los precios y teniendo el dinero necesario, se podía comprar un bien a un precio bajo con la seguridad de que al día siguiente multiplicara su valor. Esto puede que beneficie al individuo, pero a la larga, perjudica. Este tipo de personas hunde a su sociedad, crea inseguridad y baja la calidad de vida del país. Y todo por tener más dinero del necesario, aprovechándose de las necesidades ajenas.
Desigualdad actual
Hasta hace poco más de una década, existía la seguridad de que casi cualquier familia podía enviar a su hijo a la universidad. Si un niño o niña quería dedicarse a una profesión, solamente tenía que seguir los pasos indicados por el sistema educativo. Si, por cualquier motivo, la familia no podía permitirse ese gasto, esa persona podía encontrar un trabajo extra y pagarse sus estudios. En estos años es muy complicado, gracias a los recortes en sanidad, educación y pensiones. Si una familia no tiene dinero para los estudios de ese hijo/a, esta persona tampoco tiene oportunidad de encontrar un trabajo con un sueldo suficiente para financiarse su carrera. Mientras que la clase alta ocupa las aulas de las mejores universidades, los mejores másters y los trabajos altamente remunerados.
Puede que nos dejemos engañar fácilmente por una sensación de igualdad, que hasta puede ser palpable. Hoy en día todo el mundo tiene un móvil de media-alta gama, televisión e Internet. La diferencia aquí puede ser escasa, lo que da lugar a equívoco. Si bien dos personas de 18 años pueden tener un smartphone parecido, el estilo de vida es completamente diferente. Mientras que uno trabaja y/o estudia por su cuenta en la universidad pública, la otra persona acude al a educación privada y sale a divertirse con los amigos los fines de semana. Uno de ellos tiene garantizada y pagada toda la carrera más otros estudios superiores. Cuando llegue el momento de incorporarse al mercado laboral, también tendrá mejores contactos y, en consecuencia, mayores oportunidades. Con esto queremos decir que el significado del concepto «estado del bienestar» ha sido tergiversado y malinterpretado, perdiendo valor con los años.
Otro aspecto de utilidad para evitar tanta desigualdad es saber cómo proteger los ahorros en épocas de crisis. De ello, depende totalmente la tasa de desempleo.