El triunfo de la humildad

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¿Crees que tienes un talento especial y no te hace falta mejorar o trabajar tan duro como otras personas hacen? ¿Piensas que la aptitud prevalence por delante de la actitud y solamente es necesario talento para triunfar en cualquier campo? En este artículo hablaremos del triunfo de la humildad y de todo lo que has de saber sobre él. Es una característica fundamental en cualquier persona que quiera mejorar y especializarse en una actividad o sector. Si creemos que somos el mejor y no podemos ya mejorar, seguramente acertemos en lo segundo; no mejoraremos. Ser humilde es una manera de ser sabio y de actuar. Esta capacidad es la que permite a otras personas de nuestro entorno crecer. La mayoría de los directivos o líderes de éxito suelen tener este punto en común. Pese a lo logrado, siguen buscando maneras de mejorar o actualizarse para seguir exprimiendo el potencial latente.

Es importante que distingamos la falsa humildad o los comportamientos sobreactuados. Ser humilde no significa que nos creamos inferiores a los demás; es ser consciente de que siempre se puede hacer mejor. Mucha gente que no dedica tiempo a evolucionar adopta este tipo de discursos para dar una imagen de humildad. Es muy diferente y se ve de manera muy clara en los deportistas y sus comportamientos. Podemos encontrar muchos ejemplos de atletas o deportistas que, aún ganando, seguían esforzándose para mejorar y nunca estancarse. Por otro lado, también habremos visto casos de equipos o deportistas que están cerca de conquistar un título o lo hacen, pero no vuelven más. Puede deberse a muchos otros factores, pero uno de los destacados es no exigirse en los entrenamientos. La humildad no es incompatible con creerse el mejor en algo, siempre y cuando seamos conscientes, que incluso ganando, el éxito es totalmente efímero.

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Humildad para triunfar

Para empezar, es necesario aclarar lo que puede significar conceptos como éxito o triunfar. Para algunos se basa en el reconocimiento de otras personas y para otras el crecimiento y logros personales por encima de nuestro estatus social. Desde nuestro punto de vista, triunfar es lograr tus objetivos tanto en lo personal como en lo profesional. Al margen de las exigencias que la sociedad nos ha inculcado o la imagen de un triunfador en su descapotable aparcado en la mansión con piscina. Lo material ha calado dentro de nuestro subconsciente como medida de éxito. Ni todo el dinero del mundo nos garantiza ser un triunfador o la felicidad. Si miramos el éxito en el apartado laboral, se puede decir que triunfar es ganarte la vida dedicándote a tu pasión. En lo personal puede ser tener una familia, viajar, conocer otras culturas… No tiene un significado único.

Existe una peligrosa percepción de que la humildad significa no tener confianza en uno mismo o tener la autoestima baja. No está relacionado, ya que ante todo, hemos de creer en nosotros mismos. Es la característica que nos permite dar lo mejor de nosotros mismos, aunque no hemos ir tampoco al otro extremo. Autocomplacencia, conformarse, relajarse. Todas ellas son palabras contrarias a ser humilde, ya que nos estanca sin posibilidad de que evolucionemos. La vida es un cambio constante. Por lo tanto, si no estamos evolucionando, seguramente estemos bajando nuestro nivel. Los ejecutivos, emprendedores y, sobre todo, deportistas de élite son conscientes de ello. Este tipo de personas huyen del halago y siempre buscan la autocrítica o crítica constructiva de modelos a seguir. Establecen un mentor, una persona en quién fijarse que les transmita ese ejemplo de sacrificio para evitar caer en la suficiencia.Es una de la diferencias entre ser un deportista profesional o amateur.

Mentalidad

Tener humildad nos pone en una dinámica muy positiva para lograr nuestros objetivos. Nos vale tanto en los ámbitos personales, como profesionales. No es cuestión de ser duro con uno mismo, ya que la forma en la que nos hablamos es clave para la confianza. Hemos de darnos valor, de creer en nuestras aptitudes y ponerlas a trabajar para una meta. Si la aptitud se junta con la actitud, es una mezcla que prácticamente nos garantiza el éxito. De nada sirve ser capaz de hacer algo si no utilizamos todos nuestros recursos.

Por contra, la actitud hace posible casi cualquier reto, al margen de nuestras posibilidades iniciales. Lo que es más admirable en los deportistas de élite es la dedicación. Hay jugadores que han ganado todos los títulos posibles, tienen dinero de sobra para cuatro generaciones y tienen toda una vida por disfrutar. Sin embargo, siguen levantándose a las 7 de la mañana, llevando una rutina y disciplina total en su vida. Lo fácil sería dejarse llevar y mantenerse en el deporte de élite para seguir ganando dinero y disfrutar de su vida personal. Es lo que haría casi todo el mundo. Sin embargo, estas personas honran las responsabilidades que tienen y que han acordado en un contrato. No contentos con ello, cada año elevan su nivel de exigencia para no parar de mejorar. Son conscientes de que hay que innovar para poder seguir en la cima.

Seguramente alguien nos habrá dicho o habremos escuchado que lo más difícil no es triunfar, sino mantenerse. Se puede llegar al éxito por varios factores ajenos a la humildad o sacrificio. Mantenerse en esa posición, sin duda requiere humildad y todo lo que ello conlleva.

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Humildad y el éxito

Uno de los mensajes peligrosos que tomamos como ejemplo en los deportes y a la hora de emprender son fijarnos en los resultados. La manera en la que llegamos no es importante, siempre y cuando lleguemos. Esta no es la definición de éxito, aunque sí es la idea que nosotros captamos o entendemos. Hay muchos equipos o empresas que llegan a un gran nivel, pero no se hacen con el primer puesto en clasificaciones. La importancia de los recursos empleados y la forma en lo que conseguimos es más importante que el resultado. Este último solamente es un número que no engloba todo nuestro sacrificio o los valores a los que no hemos renunciados.

Las empresas. Nosotros creemos que una compañía tiene éxito no cuando es una empresa con importancia en su mercado. Si los medios empleados se basan en no respetar los derechos de los trabajadores o engañar a los clientes, los beneficios no valen nada. Una empresa que gane mucho menos, pero que igualmente siga generando beneficios para que el dueño pueda vivir bien y los empleados también, disfrutando de unas condiciones laborales inmejorables es una compañía que ha alcanzado el triunfo. Por eso, es importante distanciarse del significado que comúnmente se entiende por éxito o triunfo.

La humildad es fundamental si queremos emprender un negocio. Es lo que nos va a mantener en una buena línea. Cuando creemos que hemos conseguido todo, es cuando empezamos a perderlo. Por eso, esa característica o forma de ser nos empuja a seguir buscando maneras de ofrecer lo mejor de nosotros. En estos años en los que la competencia llega a unos niveles muy altos y con los cambios constantes es necesario nunca bajar el ritmo. Nos ayuda a alejarnos de la relajación y de todo lo que ello conlleva.

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