Arbitraje – ¿Qué es el arbitraje?
¿Estás teniendo algún desacuerdo de interpretación en la legalidad o tienes un punto de vista diferente con otra persona? ¿Por más que se dialogue, no se logra llegar a un acuerdo a falta de imparcialidad cuando se debate? En este artículo hablaremos de qué es el arbitraje, de todo lo que has de saber y de las ventajas y soluciones que nos puede dar. Se trata del método y la alternativa a nuestras Administración de la Justicia para resolver ciertas disputas que han surgido. La característica más destacable es que se un proceso informal y privado. En él, las partes implicadas llegan al acuerdo de delegar la tarea de decidir a la persona o personas que sean imparciales y denominadas árbitros.
Están autorizados a resolver las diferencias dando una sentencia definitiva para que cumplan de manera obligatoria. Esta es la razón de que, al resolver ciertos conflictos, puede ser más ventajosa si se compara con la vía judicial o administrativa. Puede que te interese saber también qué es una fusión de empresas o qué es una acción en una empresa, ya que este suele ser uno de los motivos de estos diferentes puntos de vista y problemas sin acuerdos. A veces, sobre todo cuando hay intereses de por medio, es muy difícil llegar a un acuerdo.
Cada una de las partes piensa en uno mismo y en los beneficios o lo que cree que se merece. Es casi improbable que nos pongamos en el lugar de la otra persona y sepamos reconocer lo que es justo para cada uno. Es en estas situaciones en las que un arbitraje es una de las mejores soluciones. Esta persona, de manera objetiva, analiza la situación y da una sentencia justa para las dos partes. Puede que ninguna quede satisfecha, pero es lo justo.
Arbitraje e implicaciones
Como hemos señalado antes, un arbitraje es la alternativa para solucionar un problema o llegar a un acuerdo sin tener que recurrir a Administración de la Justicia. Esta mediación es formal y privada, dando el poder de decisión a una o más personas que son los árbitros. Esta persona o personas estudiarán el caso, escucharán a ambas partes y decidirán de manera objetiva. Esta conclusión ha de ser respetada y llevada a cabo por las partes implicadas, de manera obligatoria. Si elegimos la vía del arbitraje para nuestra disputa, automáticamente estamos rechazando recurrir por Administración de la Justicia este problema o desacuerdo. Esta es una de las razones por las que ambas partes han de dar su consentimiento. Al pactar este acuerdo de resolución, las partes que consienten, han de respetar la solución, ya que es legalmente vinculante.
Para llevar a arbitraje un problema o reclamo, no es necesario que sea una disputa futura, ya que también se puede arbitrar una que ya existe. También se puede tratar de una disputa eventual en el futuro. Por ejemplo, puede ser cuando firman un contrato en el que se pacta arbitrar toda disputa relacionada que pueda surgir en futuro. El arbitraje, por lo general, es la vía para dar con una solución definitiva más rápida. En comparación con los retrasos de la justicia y el continuo desborde administrativo al que son sometidos, esta se antoja una opción muy eficaz.
Hemos de tener claro un concepto que hemos descrito, pero creemos importante volver a señalar. Un arbitraje no sirve para buscar a una persona que dicte una sentencia a nuestro favor. No es una opción, si no estamos de acuerdo, pedir otro arbitraje. La intención de esta opción es llegar a un acuerdo y respetar la decisión, independientemente de cómo nos afecte.
Más implicaciones
La resolución que se da mediante el arbitraje se conoce como laudo y es el equivalente a cualquier sentencia emitida por un juez. Es posible ejecutar esta sentencia de manera forzosa. A destacar entre sus características es que no hay posibilidad de recurso, como sí la hay en sentencia, al no existir una segunda oportunidad de arbitraje. Si hay un desacuerdo para con el laudo, únicamente es posible interponer una demanda ante el tribunal ordinario para anular dicho laudo. Para ello, hemos de tener un motivo tasado y formal (si el árbitro ha tomado una decisión en aspectos que desconocen y que no se pueden revisar en detalle sobre la decisión tomada.
La forma en que las diferentes partes protagonistas acuerdan este sometimiento puede ser variada. Es posible llegar a este acuerdo sin ninguna objeción o con un arbitraje basado en reglas para proceder como una institución específica arbitral o corte encargada de llevar este proceso. En esta opción, se vigila que se inicie el arbitraje de una manera correcta y que respete el protocolo a seguir. No es responsabilidad de la institución arbitral o corte decidir una disputa, ya que es tarea del árbitro. Solamente están para gestionar este procedimiento, en dicho sentido.
Otro asunto que nos puede interesar es saber los daños y perjuicios exigibles en una demanda que tienen base legal. En el siguiente apartado hablaremos de las ventajas que puedes encontrar en el arbitraje. Existen situaciones que necesitan ser cerradas de una manera u otra en cierto plazo. Como sabemos, la vía legal no suele ser el camino más rápido ni eficaz. Arbitrar un problema o desacuerdo que se encuentra estancado porque ninguna parte cede, es la mejor opción que podemos tener. En especial, si se trata de disputas empresariales en los que los intereses nublan nuestro juicio.
Arbitraje y ventajas
– Especialidad de árbitros. Toda parte que interviene en el arbitraje puede designar a cualquier árbitro especializado en dicha materia sobre la que hay una disputa. Esta puede ser sobre seguros, construcción, energía, economía, etc). De esta forma, nos aseguramos que la resolución esté dada por personas con conocimientos específicos y expertos en la disputa.
– Foro neutral. Al haber en el contrato conceptos internacionales (partes de diferentes países), la vía del arbitraje es muy utilizada, ya que es lo más lógico. Con esto se busca una neutralidad en cuestiones legales, ante la posibilidad de que haya diferente legislación en los países de las partes involucradas. Con esta opción, se resuelve esta disputa de la manera más objetiva posible. Es posible gracias a que este arbitraje no tiene ninguna vinculación con órgano judicial alguno de ningún país.
– Predictibilidad. En especial, cuando se trata de un asunto internacional, el arbitraje simplifica en gran medida el proceso para resolver este conflicto que todas las partes implicadas conocen previamente. No existe la necesidad de realizar un estudio particular en base a un sistema judicial del país al que se tendría que trasladar este problema.
– La celeridad. Una de las grandes ventajas es el plazo de tiempo en que se llega a una solución. Este, sin duda, es uno de los aspectos más importantes. Un proceso judicial puede tardar demasiado.
– Disponibilidad de árbitros. El problema de la justicia es que hay demasiada carga de trabajo añadida al tribunal ordinario. Esto repercute directamente en el tiempo de trabajo, ya que los jueces carecen prácticamente de disponibilidad. En comparación, un árbitro está mucho más disponible para realizar un estudio y analizar la disputa en cuestión. En este sentido, la decisión que puede tomar tiene mejor fundamento y en cuestiones técnicas es bastante superior. No es culpa de los jueces ni tampoco les falta preparación. Actualmente la justicia se encuentra muy saturada y es casi imposible estudiar con tranquilidad un caso.– Confidencialidad. Un proceso judicial es público, mientras que un arbitraje puede ser totalmente confidencial, si así lo desean las partes. Como consecuencia, la sentencia definitiva carece de repercusión pública alguna.
Más ventajas
– Mantener relaciones comerciales. Al ser un procedimiento confidencial y rápido, el impacto en la relación comercial es escaso, en comparación con un proceso judicial. La magnificación que puede acarrear esta vía administrativa se erradica en esta opción de arbitraje. Como se consigue no empeorar la relación comercial, o al menos no llegar a un punto de no retorno, no se pierde un socio que hasta ahora puede haber sido importante. Todo lo contrario, ya que la relación reforzarse, en el caso de que se llegue a un acuerdo negociado en una fase de mediación o negociación previa.
– Ejecutabilidad. El laudo es ejecutable de manera equivalente a la sentencia, al margen del país en el que se dicte. Al estar una gran cantidad de Estados en la famosa Convención en Nueva York del año 1.958, se reconoce y ejecuta el laudo en países extranjeros. Por este motivo, la resolución es vinculante en todos los estados que forman esta convención.
– Flexibilidad y antiformalismo. Toda parte involucrada goza de un amplio abanico de facultades que creen la manera de proceder más adaptable a las necesidades, teniendo en cuenta la disputa y sus características. Este aspecto nos permite un control del tiempo que dura el arbitraje y el coste del mismo. Entre la flexibilidad, contamos con la libertad de elegir el idioma en el cual se procede.
– Carácter tasador correspondiente al sistema para impugnar. No es viable que el laudo sea utilizado como recurso. La única opción para recurrir es iniciar la demanda para anular, dando motivos tasados y formales. Los jueces, en España, generalmente, no revisan esa decisión tomada por el árbitro en base al fondo de disputa.
– Elección de la cantidad de árbitros. Es posible que las partes se pongan de acuerdo en establecer un único árbitro o el tribunal arbitral que lo forman varios. Lo normal es que esté formado por tres árbitros, aunque depende de la complejidad de la disputa.