Once principios de comunicación para manipular a la opinión pública
Joseph Goebbels fue un político alemán que ejerció el cargo de Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, siendo uno de los principales colaboradores de Adolf Hitler.
Goebbels, que era conocido por su gran poder y dominio de la oratoria, además de por su gran antisemitismo, creó lo que se conocen como los once principios de comunicación para manipular a la opinión pública, una serie de consignas que están perfectamente coordinadas entre sí que sirven para poder manipular a toda una sociedad. El político utilizó lo que se puede denominar como «tecnología de la desinformación» para controlar asía las masas.
Los once principios de comunicación para manipular la opinión pública de Goebbels
A continuación vamos a explicar los once principios de comunicación promulgados por Goebbels, unos puntos que aún hoy en día parecen mantenerse y que se antojan en muchos casos imprescindibles para que un político pueda ganar unas elecciones.
Principio de simplificación y del enemigo único
El primero de los principios hace referencia a la necesidad de adoptar una idea única, un único símbolo. Trata de individualizar al adversario para colocarlo como su único enemigo.
Este punto se centra en hacer ver que no se deben complicar los discursos. Se deben utilizar palabras simples que sirvan para definirnos, utilizando palabras sencillas con las que definirse a uno mismo y que, al mismo tiempo sean palabras sencillas con las que definir a ese único enemigo. Abusar de las palabras podría ser contraproducente y complicar la situación. Se debe por tanto simplificar.
Principio del método de contagio
Su segundo punto trata de reunir a diversos enemigos en un solo individuo o categoría. Los enemigos deben ser situados dentro de una suma individualizada.
En este sentido se debe aplicar un mismo nombre para todo un grupo de adversarios. Por ejemplo, se utiliza con frecuencia el término populistas para hacer referencia a varios partidos por parte de otros, ya sean nacionalistas, partidos de derechas, de izquierdas…., utilizándose esa misma definición para todos ellos. Se les identifica a todos igual y se hace frente a los mismos de la misma manera, bajo el mismo término.
Principio de la transposición
En este caso se busca cargar sobre el enemigo tanto los defectos propios como los errores cometidos, tratando de responder a su ataque con un nuevo ataque. En el caso de que no puedas negar una mala noticia, debes inventar otra noticia que sirva como distracción.
Se da con mucha frecuencia en las épocas de elecciones en cualquier país, donde los partidos políticos recurren a este tipo de estrategias para tratar de lavar su imagen al mismo tiempo que ensucian la del adversario.
Principio de la exageración y desfiguración
El convertir cualquier anécdota, aunque sea simple, en una amenaza grave. Hay muchos casos en los que cualquier noticia que parece simple o sin demasiada importancia puede llegar a ser magnificada para darle una mayor relevancia, siempre y cuando nos puedan resultar beneficiosos frente al enemigo.
Principio de la vulgarización
Toda propaganda que se realice debe ser popular, debiendo tratar de adaptarla al menor nivel de capacidad intelectual de los individuos a los que va dirigido. En función de lo grande que sea la masa de gente a convencer, más pequeño será el esfuerzo mental que tendrán que realizar. La capacidad de recepción y comprensión por parte de las masas es limitada y escasa, además de que suelen tener una gran facilidad para olvidar.
Esto quiere decir que a las personas no se les debe dar una explicación compleja, por lo que debe enviarse un mensaje directo que no les haga pensar, de forma que el ciudadano menos informado y con menos capacidad de análisis pueda llegar a repetirlo. Para la propaganda es indispensable que se pueda repetir.
Principio de la orquestación
La propaganda realizada debe ser limitada en función un pequeño número de ideas y centrarse en su repetición de manera constante. Se deben presentar de manera continua y desde diferentes perspectivas, pero siempre enfocándose en el mismo concepto.
De esta manera se puede aludir a la conocida frase «si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad». Este principio es muy importante y viene a ser lo que se conoce como «orquestar una campaña». Esta constante repetición de la propaganda provoca que la gente ya se encuentre condicionada por ello.
Principio de renovación
Se deben emitir de forma constante argumentos e informaciones a un ritmo que sea tal para que, cuando el adversario pueda responder a ellas, la audiencia ya se encuentre interesado en otro asunto. Así se busca que las respuestas del enemigo nunca puedan contrarrestar el nivel creciente de las acusaciones.
De esta manera se trata de impedir que el adversario pueda desmentir asuntos y hacer frente a las afirmaciones realizadas, renovando constantemente el discurso.
Principio de verosimilitud
Es importante crear argumentos a partir de diversas fuentes, a través de informaciones fragmentarias o los llamados globos sonda. Es necesario dar a una campaña un mínimo de credibilidad.
Esto se consigue lanzando una afirmación para que otras personas la recojan y ya sean varias personas las que la digan, lo que le da una mayor verosimilitud. Aunque las informaciones estén manipuladas o sean fragmentarias o insuficientes, es importante hacer una propaganda que parezca creíble, aunque realmente pueda no serlo.
Principio de silenciación
Por otro lado se deben acallar aquellas cuestiones acerca de las cuales no se tienen argumentos y también optar por disimular aquellas noticias que puedan favorecer al rival. Para ello se puede recurrir a la contraprogramación gracias al uso de los medios de comunicación afines.
Lo que no interesa es mejor ocultarlo y así tratar de hacer que pase desapercibido para la masa.
Principio de la transfusión
La propaganda funciona siempre a partir de un sustrato preexistente, ya se trate de una mitología nacional o bien un complejo de prejuicios tradicionales u odios. Se deben difundir argumentos que sean capaces de arraigar unas actitudes primitivas.
Esto se traduce en que, si una opinión pública está acostumbrada a responder frente a un estímulo determinado, si se repite este mismo estímulo, se volverá a comportar de la misma forma, siendo un reflejo que está condicionado.
Principio de la unanimidad
El último principio es el de la unanimidad, el cual consiste en convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», tratando de crear una falsa impresión de que existe una unanimidad, haciéndoles ver que no todo el mundo puede estar equivocado.
De esta forma se utiliza el teórico pensamiento general para dar veracidad a un asunto. Esto se debe tener muy en cuenta en la propaganda realizada.