¿Eres un emprendedor, pero has tenido un mal resultado a la hora de financiarte y tienes alguna deuda pendiente? ¿Necesitas un crédito y tu historial financiero no te ayuda a conseguir ese objetivo? En este artículo hablaremos exactamente de la ley de segunda oportunidad y de todo lo que has de saber sobre ella. Esta ley que podemos encontrar en Real Decreto de la Ley fue creada en el año 2.015. Se trata del mecanismo legal que se configuró con el objetivo de echar una mano a esos particulares y autónomos endeudados. Tal y como podemos suponer por su nombre, permite a toda persona física un segundo intento, si está atravesando un momento económico malo o difícil. Por ella, al ser autónomo o particular, nos podemos liberar proporcionalmente de deudas que no podemos pagar.
No obstante, al margen de que la ley haya sido aprobada, no quiere decir que el acreedor pierda el lógico derecho a cobrar. Seguiremos teniendo que atender a nuestra responsabilidad financiera. Además, se ha de cumplir distintos requisitos exigidos de los que hablaremos más adelante. Esta ayuda simplemente nos da la posibilidad de poder salir de las deudas de una manera más factible. En ciertas etapas de nuestra vida, parece que todo es imposible y no conseguimos disponer de ese efectivo. Cuando estamos en esta situación y no tenemos la opción de acceder a un préstamo, esta se vuelve más insostenible.
También es importante hacer un análisis completo, no importa la urgencia que tengamos, para saber si nos conviene. No sirve de nada arreglar una situación para más tarde estar en otra peor y con menos recursos. A veces, parece que no queda otro remedio, pero siempre hay una alternativa. Seguramente sea más fácil escribirlo que realmente llevarlo a cabo bajo estas circunstancias, pero hemos de intentarlo.
Ley de segunda oportunidad
Cuando una persona es insolvente, no tiene capacidad de hacer frente a las deudas que ha contraído. No solamente le perjudica en que esas deudas sigan existiendo, ya que es negativo en doble sentido:
Por un lado, el acreedor con el que tenemos esa deuda pierde la esperanza o la expectativa de lograr cobrar ese importe pendiente. Es verdad que nuestra legislación vigente activa varios sistemas que intentan garantizar este cobro, pero no es posible si la otra persona no tiene capacidad ni patrimonio.
La otra parte negativa es la responsabilidad universal. Este principio establece que un deudor responde a través de todo el patrimonio, tanto en el presente como en futuro. Quiere decir que si en el momento no podemos pagar la deuda, este pago pendiente no dejará de existir. Ante cualquier mejora de nuestra economía, nos recordará ese compromiso y su obligado cumplimiento. Con la carga menta y estrés que vamos añadiendo a nuestro día a día.
El acreedor, en buscar de mitigar esas pérdidas lo máximo posible, inician un procedimiento concreto. A través de los distintos ordenamientos jurídicos, se comienza un sistema para concurso. De esta manera, un acreedor sin solvencia alguna procede a liquidar su patrimonio y lo reparte para todos los acreedores. Este trámite sigue una serie de privilegios de crédito, la proporción de los pagos y su orden.
Aun así, no disponemos de medida alguna que elimine esa responsabilidad de las deudas a un particular que sea insolvente. Esto provoca que la gente que atraviesa esta situación se desplace hacia una economía sumergida. Como consecuencia, pasado un tiempo, se encuentra marginado en términos económicos. Por esto, entre otras razones, es importa reconocer los errores comunes al consolidar deudas que solemos cometer. Una buena decisión es aquella que ha sido estudiada y sabemos las consecuencias.
Acreedores y garantía
Con el fin de poner un remedio a este tipo de problemas, la ley de segunda oportunidad habilita al particular y autónomo, incapaz de cumplir con las deudas, un proceso para exonerar la cantidad impagable. De manera simultánea, defendiendo al acreedor y protegiendo su derecho para cobrar, podemos ver unas garantías concretas. Se han creado estas determinadas precauciones para impedir que se caiga en una insolvencia estratégica. En muchos casos, con toda la intención, se cae en estado de insolvencia para no hacer frente a los pagos pendientes. Esto se consigue de manera ilegal y desplazando nuestro patrimonio a un círculo cercano. Así, esta persona sigue teniendo todas sus propiedades y dinero, pero sin que figure como propios para escapar de las deudas. Por eso, gracias a estas garantías, esta ley está disponible únicamente a un «buen pagador».
Si una persona ha intentado, sin éxito, hacer frente a las deudas, podrá acogerse a la ley de segunda oportunidad. Para ello, circunstancias o factores ajenos a su voluntad han debido impedir la posibilidad de saldar esos pagos pendientes. Entre los requisitos que podemos encontrar exigidos al insolvente deudor son:
- No puede ser declarado como culpable en concurso.
- Que haya realizado el pago, o el intento, de créditos en contra de privilegiados y la masa. Además del 25% de ordinarios.
- Se pueda constatar una buena fe en su actuación. Esto significa liquidar el patrimonio propio y tratar de llegar a un tipo de acuerdo de manera extrajudicial para pagar.
- Si ha accedido a un beneficio para exonerar los pagos o ha rechazado recientemente una oferta para trabajar con unas condiciones mínimas, no calificaría para esta ayuda.
- No puede haber sido condenado por sentencia firma en delitos concretos con tintes sociales o económicos.
Si cumplimos con todos estos puntos, nuestra calificación es de «buen pagador».
Ley segunda oportunidad y ética
Los requisitos exigidos para preservar la garantía del acreedor son creados para la verificación del historial y la honestidad del deudor insolvente. Para que sean realmente efectivos e ilustrativos, su proyección se realiza en plazos prolongados durante su pasado. En el caso de la comprobación de cualquier antecedente penal, se examinarán los últimos diez años. Este mismo plazo se aplica al uso de ese beneficio para exención. En cuanto a no poder declinar una oferta digna de trabajo, se remontan a los cuatro últimos años.
No solamente se enfoca en los hechos acaecidos en un pasado concreto, también se mira al futuro. Si después se recurre a un beneficio para exonerar el pago, estará obligado a ponerse de acuerdo para establecer el plan vigente de pagos en los cinco próximos años. Para completar, dicha circunstancia se hará constar por un plazo idéntico en nuestro Registro Concursal. Puede tener acceso a este registro cualquier tipo de persona, ya que es fichero público.
Resumiendo, los requisitos están creados para asegurar que esa persona, en teoría insolvente, que pida esa exoneración de los pagos hay mantenido, mantenga y mantendrá su buena fe respecto a la deuda existente. De esta forma, se compenetra todo principio ético que aconseja perdonar una deuda a esa persona que, desgraciadamente, es protagonista de un suceso negativo y fortuito respecto a su seguridad jurídica. Esta seguridad se encarga de velar por el derecho al crédito del acreedor. Al respetar esta alternativa que la ley nos da, estamos favoreciendo a la posibilidad de que existan más iniciativas parecidas. Nuestra responsabilidad social nos ha de impedir sacar una ventaja moralmente reprobable e ilegal para acceder a una segunda oportunidad. Puede que nos beneficie en ese momento, pero a la larga es negativo para todos. Incluido para esa persona.
Consejos y segunda oportunidad
Es una situación complicada en la que parece que todos los factores o circunstancias están en nuestra contra. En este apartado daremos algunos consejos que pueden ser útiles antes de llegar a ese resultado o cómo salir de él. Ante todo, es una experiencia más de la que se puede salir fortalecido y con una lección. Esto no es ningún consuelo y probablemente no nos ayude nada en ese momento. Más adelante, nos daremos cuenta y nos permitirá crecer en muchos aspectos y evolucionar. Al margen de poder acceder a una segunda oportunidad, hemos de tener claros unos conceptos.
Para no estar endeudarnos de manera completa, hemos de cambiar la relación que tenemos con el dinero y la manera en el que lo vemos. Aunque estemos en una situación cómoda, es importante revisar nuestros hábitos de consumo y los gastos tanto mensuales como anuales. Por ejemplo, hemos de valorar si es necesario ese segundo café del día a media tarde en el bar. Desde el punto de vista para la salud, no parece muy recomendable, ya que nos puede alterar el sueño. Si lo sometemos a un análisis económico, pierde más sentido aún. Calculemos que durante 365 días, tomamos ese café por valor de 1,50 euros. Son casi 550 euros que estamos gastando al año, sin necesidad alguna. Puede que pensemos que no es mucho dinero, pero la gran pregunta es si nos va tan bien que nos sobran 500 euros. Hay gastos bastante más grandes que un café extra al día y seguramente la suma al año sea mucho más.
Salir de la situación. Tenemos unos ingresos insuficientes y no podemos generar más. En este punto, sólo se puede ir en una dirección; recortar gastos o ingresos extra pequeños. Cualquier cosa que tengamos en casa prescindible, podemos vender pasar salir adelante. Además, es necesaria una evaluación de gastos para determinar cuál es prioritario. Casi todo el mundo tiene un smartphone de gama media y un plan de datos. Esto no debería ser una prioridad o un gasto aceptado.