¿Tienes unos hábitos alimenticios que no consideras sano y te gustaría cambiar o, por lo menos, dejar de consumir productos? ¿Eres un emprendedor que se dedica a la distribución de cierto tipo de alimentos y te gustaría saber sus impuestos? En este artículo hablaremos del impuesto sobre bebidas azucaradas y de todo lo que has de saber. En Estados Unidos, la obesidad es un problema realmente grave y en España empieza a serlo. Nuestra alimentación, en general, ha bajado la calidad y con ello se ha registrado un aumento en la obesidad, especialmente en niños. El Gobierno está preparando varios impuestos excepcionales para aplicar a este tipo de bebidas. Es lo que llevaban pidiendo durante mucho tiempo diferentes activistas y científicos para contrarrestar está dinámica peligrosa.
Para nuestra salud, es importante llevar cierto control sobre qué productos estamos consumiendo. Enfermedades muy preocupantes como la diabetes o la obesidad están relacionados de manera directa con consumir azúcar. La decisión de crear estos impuestos sobre este tipo de productos también ha despertado dudas en otras personas. Algunos sostienen que la medida no es suficientemente eficaz y sería conveniente centrarse en invertir para prevenir este problema, no recaudar. Esta es otra opinión que ha tomado fuerza, la sensación de mucha gente que afirma que el único objetivo del Gobierno es recaudar dinero, al margen que se disminuya o no el consumo.
Lo cierto es que si la medida no baja el consumo de estas bebidas o el porcentaje de personas obesas, será una mala decisión. Por lo tanto, sería otra asignatura pendiente y debería crear medidas de prevención o información al ciudadano sobre hábitos de consumo saludable. También puede que sea de interés saber, hablando de temas fiscales, cuáles son los impuestos y obligaciones de los autónomos para cumplir con nuestra responsabilidad financiera.
Bebidas azucaradas
Un ejemplo sobre el que podemos hacer una estimación es el país de México, ya que se introdujeron estas medidas. En los primeros doce meses, se experimentó una reducción del 12% en venta de las bebidas azucaradas. El mayor impacto se localizó en hogares con un ingreso menor, bajando cinco puntos más. Analizando estos números, varios expertos han calculado que incrementar los impuestos en un 15% de bebidas azucaradas supondría un 16% menos en su consumo. A efectos de estadísticas en obesidad y diabetes, se estima que disminuyan en un 1,5% y 2,6% respectivamente. Si se diera un paso más y se optara por una subida del 20% en el impuesto, el consumo de calorías total caería hasta un 4,7%.
Si nos fijamos en la historia, las distintas fiscales garantizan cierta eficacia para lograr reducir que se consuma en la población productos no saludables. En esta primera instancia, no se puede negar que tiene un impacto muy positivo. Sin embargo, se pone en duda el impacto social en economías más pobres, no llegando a ser equitativas. Por ejemplo, la clase baja, las minorías o jóvenes les afecta el doble o el triple estas políticas en comparación con el resto. No obstante, se puede decir que estos tres grupos son los más dados a consumir bebidas azucaradas o similares.
Otro caso que podemos tomar como referencia es el alcohol y el tabaco. Las subidas siguen teniendo un impacto en la moderación del consumo. Pero, a un largo plazo, hay ciertos niveles en la sociedad y economía que no se ven afectados o su impacto es menor. En una encuesta realizada en España por la ENS (Encuesta Nacional Salud), podíamos ver la siguiente información. La compra de tabaco (con unos impuestos muy altos) experimenta una subida a medida que nuestro nivel socioeconómico disminuye. Son datos a tener presente.
Conclusión
En base a los datos que demuestran que la clase baja sigue siendo perjudicada con estos impuestos, se ha planteado otra alternativa. No es otra que la prohibición de bebidas azucaradas, aunque no es nada sencillo de poner en marcha. Lo ideal para la sociedad es este tipo de medidas, porque el Gobierno recauda más impuestos que puede invertir en concienciación y otras materias sociales. La prohibición no suele ser un buen planteamiento, ya que hay personas que les gustan esas bebidas y llevan un ritmo de vida saludable. Si bien es cierto que no es aconsejable consumir cada día estas bebidas azucaradas, una vez a la semana en una cantidad justa no es peligrosa si tenemos buena salud.
La combinación de un gravamen fuerte más una política de información, concienciación y educación orientada, en especial, a los menores se antoja la opción perfecta. Enseñar a las familias otras alternativas, incluso más baratas, es vital para que se logre reducir estas preocupantes cifras respecto a la obesidad. Sería bueno que en los colegios, hospitales y otros centros públicos similares se hicieran campañas para explicar a la gente el impacto que tiene en nuestra salud y en la de nuestros hijos. Pero, sobre todo, dar alternativas con un coste menor, ya que al final eso es lo que suele inclinar la balanza. Otra información que nos puede ayudar a mejorar nuestra calidad de vida es aplicar algunas ideas para un consumo responsable.