¿Estás buscando más información de cómo gestionar un negocio o atender los diferentes apartados económicos que existen en una actividad? ¿Has oído algún término del que no tienes un conocimiento avanzado, pero quieres ampliar tus aptitudes en el apartado financiero? En este artículo hablaremos de qué son los activos no depreciables y de todo lo que has de saber sobre ellos. Si bien lo principal de una actividad o un negocio es conseguir una buena facturación, es igual de importante saber gestionarla. Existen numerosas obligaciones y derechos de los que disponemos que puede que estemos pasando por alto. Es una información muy importante que tiene un impacto directo en nuestro negocio, para bien o para mal. Por eso, precisamente es esencial que identifiquemos la necesidad de tener cubierta esta rama del negocio, al margen de que seamos nosotros los encargados o no. En caso de estar capacitados, siempre podemos contratar.
Como hemos señalado en varios ocasiones, es probable que una misma persona no se encargue de este tipo de gestiones y, a la vez, de conseguir la facturación deseada. En algunos pequeños comercios o actividades con una facturación regular, sí que puede una misma persona desempeñar ambas funciones. Esto depende del tiempo libre que nos quede, de nuestra disposición y el conocimiento en las distintas gestiones a realizar. Sobre todo, si somos los encargados de todo aspecto relativo a nuestra actividad, es aconsejable que sepamos cuáles son los impuestos y obligaciones de los autónomos para cumplir con nuestra responsabilidad financiera.
Generalmente, cualquier fijo activo se deprecia, aunque podemos encontrarnos algunos casos en los que tal depreciación no se produce. Es importante recalcar que el fin de dicha depreciación es el reconocimiento del estado en cuanto al resultado del desgaste sufrido por cualquier activo a consecuencia del uso. Por lo tanto, un activo que no pueda utilizarse por sus condiciones y, lógicamente no se usa, la depreciación a registrar no existe.
Activos no depreciables
Al grupo de activos no depreciables pertenecen la maquinaria, un edificio que está en construcción o el equipo para montaje. Cuando dichos activos estén en fase de construcción o montaje, no se utilizan y como resultado no son depreciables. Esta depreciación constará cuando el activo pueda ser utilizado y genere algún tipo de ingreso. Una vez llegado a este punto, el ingreso ha de asociarse al gasto que se ha incurrido para generar ese dinero.
El terreno es otro de los activos fijos no depreciables, ya que así queda establecido fiscal y legalmente. No obstante, en el apartado contable puede que proceda hacer en alguna ocasión esa depreciación. El motivo de su no depreciación es, como ya hemos señalado anteriormente, que no se puede establecer un desgaste que cualquier activo experimenta. La normativa vigente ha afirmado que el terreno no sufre ningún desgaste a causa de su utilización.
En teoría, el área del terreno es siempre igual, al margen del uso que se le de. Esto se da en casi todas las situaciones, al margen de excepciones varias. Un ejemplo para que nos ayude a entender puede ser el siguiente. Un suelo en el que se ha edificado el centro comercial no varía con el paso del tiempo, por eso no se considera tal depreciación. Un terreno sí puede experimentar alguna pérdida o desgaste del área por otros motivos ajenos al uso. Una de las causas puede ser una catástrofe natural. En este caso, ese reconocimiento de pérdida se establece como una depreciación, debido a la contingencia de fuerza mayor o por fortuitidad. Estos conceptos no corresponden a una depreciación.
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Amortización y depreciación
Por una parte, hemos visto que una depreciación es el reconocimiento de la pérdida respecto al valor de un activo. En el otro lado encontramos la amortización, que se trata del instrumento con el objetivo de la distribución del gasto acarreado de la compra de los activos no corrientes en el tiempo de vida. Ambos conceptos, amortización y depreciación, son casi idénticos, ya que solamente varía el enfoque. La primera se da desde un gasto soportado por el activo y esta última está enfocada en valor de dicho activo.
En cualquier caso, podemos ver depreciaciones que no se producen por la amortización, concretamente el deterioro, del que hablaremos a lo largo del texto. Contrariamente, hay elementos que se pueden amortizar y que no son depreciables por su definición. Este puede ser un solar en el que se ha levantado el edificio (al margen de que pueda haber una variación, dependiendo del mercado inmobiliario.
Como conclusión, podemos decir que para computar de manera contable una depreciación correspondiente al activo fijo se realiza a través de la amortización. Este hecho da como resultado una variación en su valor dentro de contabilidad, ya que este valor pasa a ser el de la valoración en la cuenta. Generalmente es el precio de producción o compra, restando la amortización que se ha acumulado. En cualquier supuesto, la amortización corresponde al gasto y, en consecuencia, una depreciación constata la computación en nuestra cuenta de los resultados representando ese gasto.
Por tanto, para ser capaz de identificar estos matices y darles el lugar que les corresponde dentro de nuestra contabilidad es necesario tener conocimientos avanzados o un profesional encargado de la gestión. No podemos aventurarnos a operar por nuestra cuenta, al margen de lo que esté exigido por ley.
Deterioro y la depreciación
Diferentemente a una amortización, su deterioro es computable mediante la corrección valorativa con el fin de dar un valor del activo correcto respecto al valor recuperable. Este movimiento, de manera general, se efectúa antes de cerrar el ejercicio. Aquí, esta depreciación producida no estaba prevista desde el comienzo. Recordemos que hablamos de las pérdidas respecto al valor no producidas por su uso continuado y normal correspondiente al activo. El motivo atiende a distintos factores que no se han previsto desde el comienzo. Esto puede ser la obsolescencia prematura en tiempo o el desgaste anómalo y, en los activos financiero (circulantes o fijos), por situaciones en el mercado.
Para computar el deterioro del activo, cuando la ley contable y fiscal lo permita, tendrá un impacto en toda ocasiones en nuestra cuenta de los resultados como pérdida o gasto. En base a la regulación del caso concreto, el reconocimiento es efectuado contra la cuenta del gasto o, de manera directa, contra nuestra cuenta de las ganancias y las pérdidas.
Contabilizar la depreciación
Una depreciación se basa en reconocer el desgaste que se produce en el activo. Esto tiene como consecuencia que el valor de dicho activo disminuya. Por lo tanto, se resta este valor por desgaste a nuestro activo, reconociendo así que el valor tiene una tendencia negativa en el tiempo. Más tarde, contamos con el valor a contabilizar por gasto y otro segundo valor idéntico con el que restamos el valor de este activo.
En la contabilidad, no restamos una depreciación de manera directa al activo. El procedimiento es crear la subcuenta distinta de la otra subcuenta perteneciente al activo. En ella, se acumula esa depreciación que se reconoce en el transcurso de los períodos. De manera que es imprescindible llevar una contabilidad actualizada, saneada y en constante vigilancia.