La Trampa de las Tarjetas de Crédito

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¿Tienes tarjetas de crédito y no estás seguro si le estás dando un uso adecuado? ¿Estás pensando en contratar este producto, pero tienes un poco de respeto por la responsabilidad que conlleva? En este artículo hablaremos de la trampa de las tarjetas de crédito y cómo hacer un uso responsable dentro de nuestra economía. Es realmente difícil para algunas personas manejar sus gastos con las tarjetas de crédito. Esto se debe a que no somos conscientes de la cantidad exacta del dinero que gastamos. Al no tener el dinero en mano y disponer de un fondo con un amplio margen, existe el riesgo de gastar más de lo permitido. Hay miles de situaciones en las que no tenemos el control absoluto de nuestros gastos, pero si la capacidad de gastar.

Un día que sales de fiesta con los amigos y tu tasa de alcohol es lo bastante alta como para tomar decisiones irresponsables. O en momentos de estrés, baja autoestima o euforia se nos puede ir la mano con las compras. Para estar en posesión de una tarjeta de crédito es imprescindible saber cómo ahorrar más y cómo reducir el presupuesto mensual. De esta forma evitaremos grandes disgustos y agobios a la hora de hacer frente a los gastos. Las ventajas y desventajas de los mini créditos son parecidas a las de una tarjeta de crédito. Es dinero que estás gastando, pero no tienes que pagarlo en ese momento. Es cuando toca hacer frente al gasto que nos damos cuenta de la magnitud del problema.

Identificar estos malos hábitos es importante para hallar la forma de corregirlos en nuestro beneficio. A lo largo del texto, hablaremos de algunas otras trampas en las que podemos caer cuando usamos las tarjetas de crédito. Hemos de tener cuidado y tomar precauciones cuando tengamos en la cartera este producto.

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Tarjetas de crédito

Las tarjetas de crédito son un gran producto con infinidad de ventajas, si sabemos darle el uso adecuado. Es un arma de doble filo por sus características. Ante todo, hay que saber cuál es nuestra situación económica y la dinámica de la misma. Es muy fácil comprar cualquier producto o contratar un servicio que no se paga en el momento. Pero lo realmente complicado de manejar es el cálculo y el control sobre nuestra conducta. Si no tenemos necesidades económicas y nuestra vida es relativamente cómoda, puede que una tarjeta de débito sea mejor opción.

Son varias las trampas en las que solemos caer con las tarjetas de crédito. Lo más peligroso es que no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde. En esas situaciones, tenemos que hacer un gran esfuerzo para solucionar el problema. Como consecuencia, puede que caigamos en otro problema mayor. Lo verdaderamente peligroso es verse envuelto en deudas y no ser capaz de visualizar una salida limpia.

Las tarjetas de crédito también tienen sus ventajas. Es un producto muy útil que depende enteramente del consumidor y de su uso. La misma herramienta que a una persona le encaja a la perfección, a otra persona puede que le perjudique. Por eso, más allá de las tarjetas de crédito, hemos de analizar nuestra situación, comportamiento y economía. Una vez teniendo claros estos tres factores, estaremos en una posición de información ventajosa para decidir.

Una jugada interesante para sacar provecho al rendimiento de este producto es contratarlas por un tiempo determinado. Si tenemos un mes con muchos gastos, seguramente nuestra tarjeta de débito tendrá un límite. Por eso, si contratamos una tarjeta de crédito, podremos hacer frente a esos pagos sin tener que estar pendiente de las limitaciones. El coste no es muy elevado y cuando termine el contrato podremos prescindir de este servicio.

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Consejos

Si no estamos seguros de la necesidad de contratar una tarjeta de crédito, podemos preguntar a un profesional. Normalmente el comercial de nuestro banco nos recomendará los productos propios. No podemos tomar una decisión final en base a sus recomendaciones, ya que él busca vender un producto. Si tenemos un amigo con una situación similar a la nuestra que tenga experiencia con estos productos, le podemos preguntar. Las opiniones que escuchemos de nuestro círculo son simplemente eso, opiniones. Sirven para aclarar nuestras ideas y poder tomar una decisión propia. No hay que hacer caso de todas las opiniones, sólo tenerlas en cuenta. Al final, no hay nadie mejor que uno mismo para saber lo que necesita. Para llegar a este punto de consciencia, debemos ir por el camino del análisis y pensar.

La conclusión es que el producto puede ser muy útil. Pero si somos una persona que no controla los gastos, no es un producto recomendable. Con una cuenta corriente, la tarjeta de débito y unas compras realizadas en efectivo es suficiente para tener el control de la economía. La clave en este punto es ser consciente en todo momento de nuestras decisiones y hábitos.

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