¿Te gustaría ampliar tus conocimientos en la gestión de empresa o en el transcurso del desarrollo de una actividad profesional? ¿Sientes que no estás al tanto de todas las obligaciones y derechos que tienes si estás trabajando por cuenta propia? En este artículo hablaremos de qué es el impuesto sobre sociedades y en qué consiste para que nos resulte familiar. Dicho impuesto conocido por sus siglas IS, es el tributo encargado de gravar una renta de las personas jurídicas y empresas. Este gravamen también es aplicado a los beneficios obtenidos mediante entidades jurídicas y sociedades mercantiles. Estar al día y cumplir con nuestra responsabilidad financiera es fundamental, incluso más que ganar dinero. Actuar y desarrollar cualquier actividad profesional en el marco de la legalidad es obligatorio, de lo contrario estaríamos infringiendo la ley. Esto podría traer graves consecuencias, no solamente económicas. Hemos de cumplir con todas las declaraciones de impuestos.
Hemos de ser conscientes que dependiendo de dónde desarrollemos la actividad o tengamos la empresa, tendremos diferentes tipos impositivos. En España, varias comunidades tienen cierta autonomía fiscal y nuestra declaración de impuestos dependerá básicamente de ella. Es aconsejable que sepamos las reglas básicas de finanzas, aún siendo asalariado. Dicho conocimiento de una contabilidad, sin detallar si es profesional o personal, nos ayudará con la toma de decisiones. Adquirir una mentalidad y unas nociones básicas respecto a los ingresos y gastos que tenemos es fundamental para una buena calidad de vida. Sobre todo, cuando la jubilación parece no estar garantizada y la creación de empleo no está siendo todo lo buena que se esperaba. Esto casi nos obliga a pensar en el futuro con mucha más previsión de la que lo haríamos. Muchas empresas privadas están surgiendo planteándonos la posibilidad de ahorrar con ellos dinero para cuando ya no estemos trabajando.
Impuesto sobre sociedades
El gravamen perteneciente a las rentas, en sistemas fiscales, están estructurados por dos impuestos grandes. Uno grava a personas físicas (IRPF) y el segundo grava al beneficio o renta de sociedades (IS). Seguramente habremos escuchado o leído sobre estos dos impuestos y lo que deberíamos hacer. Nosotros, en este apartado nos centraremos sobre el IS (Impuesto sobre Sociedades) y no sobre el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas).
Hay diferentes y discordantes opiniones sobre el impuesto de sociedades. Una postura defiende que una sociedad es una persona jurídica con capacidades legales para asumir deuda, derechos y contratar. Es por eso que las consideran iguales a una persona física que paga impuestos. La otra postura totalmente opuesta argumenta que una sociedad es simplemente un intermediario que transmite la renta hacia esa persona física. Es aquí dónde tendría que producirse los gravámenes de la renta.
El tipo impositivo
Como hemos señalado anteriormente, dependiendo de la Comunidad Autónoma en la que estemos, el tipo impositivo puede no ser el mismo que en las demás. Por ejemplo, en Navarra y el País Vasco las sociedades han de tributar el 28% perteneciente a sus beneficios del Impuesto sobre Sociedades. En el resto del país se aplica un 25%, incluidas las comunidades de Canarias, Islas Baleares, Melilla y Ceuta. Si se trata de una empresa de creación nueva, dicho impuesto baja hasta un 15% en su primer período impositivo, donde obtienen la base imponible que es positiva y para el siguiente.
El hecho imponible
El impuesto que pagan las sociedades es un porcentaje de las rentas, que son los beneficios. Dicho de otra manera, es un resultado contable que ha sido definido por la actual legislación mercantil. También, dicho impuesto grava ciertas cantidades no reconocidas como beneficios, de acuerdo con la ley mercantil y su legislación, que está recogida en el llamado Código de Comercio.
Los efectos económicos
Este impuesto tiene ciertos efectos económicos sobre las estructuras financieras de una empresa. En el caso de que una empresa necesitara financiarse para la actividad productiva, es capaz de emitir acciones nuevas para poder llegar a esa financiación propia. También tiene la opción de recurrir a cualquier proceso de endeudamiento, ya sea por medio de préstamo bancario, bonos, obligaciones, etc. La ventaja de recurrir a una financiación externa es que resulta más beneficioso, ya que es un gasto que se puede deducir los intereses que están pagados. Al mismo tiempo, los dividendos remuneradores del capital propio no resultan deducibles. Esto genera una distorsión que favorece esta vía para financiarse.
Como hemos podido comprobar, tener una formación específica para la gestión de una empresa en todas sus facetas es muy importante. La mejor opción, siendo empresario, o teniendo una contabilidad compleja, es contratar a alguien que se encargue de esta tarea. Esta persona será encargada de sacar provecho a cualquier situación, por desfavorable que parezca. Esta es la gran ventaja de ganar tiempo, ahorrar dinero y sacar mayor rendimiento a tu empresa. A veces, ese potencial se encuentra estancado por los procesos costosos y tediosos a los que nos vemos sometidos.
Lo trascendental para una sociedad es estar al día y cumplir la legislación vigente. De lo contrario, tarde o temprano, en algún momento de nuestra vida laboral nos llegará una mala noticia. También es importante, si estamos empezando a formarnos, saber qué es el activo y el pasivo en contabilidad. Tener bien claro y diferenciar estos conceptos supone un gran avance en nuestra mentalidad, a la hora de afrontar o tomar ciertas decisiones. Con el tiempo, iremos adquiriendo experiencia y tablas en la declaración de impuestos.
Consejos
Mucha gente se plantea iniciar una actividad profesional o crear una empresa, después de haber tenido una gran idea. Un inconveniente que nos viene a la cabeza es si seremos capaces de llevar la gestión y el correcto desarrollo empresarial. Por este motivo, comienzan a formarse de manera oficial en diversos cursos reglados o en la universidad. Escogen carreras relacionadas para adquirir un mayor entendimiento y poder explotar el potencial que ven en esa oportunidad.
Sin embargo, puede que tú no tengas el tiempo, las ganas o el dinero para empezar a formarte. No quiere decir que no tengas otra alternativa, ya que un profesional se encargará de cuidar tus finanzas y sacar provecho a tu capacidad de generar ingresos. Lo importante es tener cierta consciencia y una noción básica de como puede funcionar una empresa y su contabilidad. De esta manera, tendremos una mejor comunicación con nuestro gestor o profesional que nos aconseja sobre como proceder. Además, nos da la oportunidad de ir aprendiendo, a nuestro ritmo y si es nuestro deseo, de todos los trámites que hemos de cumplir y los pasos a dar.
Siempre recalcamos que lo más importante en una empresa no es ganar dinero, sino la gestión de los ingresos. Por mucho dinero que ganemos, si no estamos al día con los impuestos o no tenemos un control de los gastos, podemos arruinarnos fácilmente. Este hecho ayuda mucho a la hora de decidir si contratar a alguien para que nos ayude con la contabilidad supone un gasto innecesario o una inversión. La persona que vea la diferencia tendrá la mentalidad adecuada para entender la gestión que necesita una empresa. Esa forma de pensar también es aplicable a la economía familiar, ya que solemos tomar decisiones no muy acertadas en cuanto a compras o gastos.