Principio de prudencia – ¿Qué es el principio de prudencia?
El principio de prudencia es el conjunto de normas que se establecen en el registro de los ingresos. De esta definición se puede determinar que una empresa debe registrar todos sus movimientos y transacciones, tanto aquellas que hacen referencia a los ingresos de la misma como a los gastos. Es por ello que el principio de prudencia debe quedar registrado en los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados (PCGA).
Los PCGA son el conjunto de normas que se establecen para reflejar así la imagen de una empresa. Así se puede interpretar que cada empresa se encarga de la gestión de sus propias normas y reglas contables para realizar un seguimiento de su patrimonio. Por su parte, tanto el Código de Comercio como el Plan General de Contabilidad son los encargados de regular estos principios. Otros principios que forman parte de los PCGA son el principio de devengo, el principio de uniformidad, el principio de no compensación y el principio de empresa en funcionamiento.
La aplicación del principio de prudencia establece que la empresa es la encargada de registrar los gastos y las pérdidas que se produzcan de forma instantánea. De esta manera se consigue que la imagen contable sea lo más acorde posible a las cuentas, es decir, que los datos de estas últimas se encuentren totalmente actualizados.
Otra de las normas fundamentales para conocer la manera en la que se debe contabilizar dicho principio establece que los beneficios y los ingresos hay que contabilizados en el momento que se realiza su devengo.
De igual forma la depreciación de los activos que tenga lugar, también será registrada. El principio de prudencia debe aparecer en el balance de la situación de la empresa, así como en la cuenta de ganancias y pérdidas. De eta manera cada empresa o entidad podrá valorar sus activos y llevar de una manera apropiada sus cuentas.
La importancia del principio de prudencia
Teniendo en cuenta que el principio de prudencia establece que el contable debe contabilizar todas las pérdidas en el momento de que se producen y las ganancias cuando se hayan percibido, se debe considerar que una mala interpretación de este principio puede llevar a tener una valoración errónea. Esto hará que la aplicación del principio contable sea incorrecto, y se esté presentando la situación financiera de forma inadecuada.
Si en el momento de tener que proceder a la valoración de un activo la persona encargada se encuentra ante dos opciones razonables que puedan llegar a ser aplicables, se debe siempre optar por la cifra inferior en lo que se refiere a un determinado activo, o bien en el caso de registrar una operación, se hará e forma que la participación del propietario sea la menos posible.
Por norma general, a la hora de aplicar el principio de prudencia hay que aposar por ser conservadores para llevar a cabo una valoración correcta. Si esto no fuese así podrían llegar a originarse situaciones financieras equivocadas. Estas incluso pueden poner en peligro la viabilidad financiera y económica de la empresa.
Se debe ser, por tanto, siempre prudente a la hora de llevar a cabo las estimaciones y valoraciones correspondiente, si bien esta prudencia no justifica en ningún caso que la valoración de los diferentes elementos patrimoniales no se corresponda con la imagen certera que debe estar reflejada en las cuentas anuales.
Por otro lado, al margen de todo lo mencionado con anterioridad, se deben tener en cuenta tanto las amortizaciones como las correcciones de valor que se tengan que realizar por el deterioro de los activos, independientemente de que el ejercicio contable acabe saldándose con beneficios o pérdidas.
Resumen del principio de prudencia
De forma resumida podemos determinar que el principio de prudencia debe reflejar todos los ingresos y gastos. Es de gran importancia para toda empresa, que de esta manera podrá mostrar una imagen fiel de la situación financiera y económica de la misma.
Este principio está recogido tanto en el balance de situación como en las memorias contables y el estado de ganancias y pérdidas.
La aplicación del principio de prudencia establece, como ya hemos mencionado, establece que:
- Si son beneficios solo se contabilizarán cuando se hayan devengado. Es decir, cuando se hayan realizado con origen en ese periodo contable, sin importar cual sea la fecha de cobro.
- Si son riesgos deben ser contabilizados en el mismo momento en el que se tenga conocimiento de los mismos.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, nos podemos encontrar ante dos supuestos habituales en el plano financiero y contable:
- Si es una obligación que genera un pasivo se incluye en el balance a través de la provisión correspondiente. Por ejemplo en el caso de que se produzca el despido de un trabajador.
- Si es un riesgo que no genera un pasivo irá a la memoria. Por ejemplo si hay una demanda.