La mediocridad económica
En muchas ocasiones se ha hablado de la falta de competitividad que tiene el sistema empresarial español, así como un bajo nivel de exportaciones en comparación a otras economías que tienen un tamaño similar. Sin embargo, a lo largo de los últimos años se ha podido ver una mejoría, aunque tiene varias interpretaciones. Por un lado se puede pensar que el crecimiento experimentado no sea realmente tal pero que se vea beneficiado por un PIB menor.
La competitividad se encuentra directamente relacionada con la productividad laboral, un aspecto en el que España está muy alejada de lo mostrado por otros países. Esto no quiere decir que los españoles no sean productivos, que sí lo son, pero existe una mediocridad económica.
Esto se puede apreciar porque en lugar de apostar por la formación de los empleados, invertir en I+D o retener el talento nacional para poder mejorar y crecer para una mayor producción (y una mayor productividad laboral), se apuesta por lo general por contratos basura, precariedad laboral, infraempleos y por unos sueldos considerados indignos. Todo ello lleva a una mediocridad económica que es muy evidente en determinados sectores de la sociedad.
Bajos salarios
El número de personas desempleadas en España es muy elevado, llevando en una gran cantidad de casos a que el talento nacional, ante la falta de oportunidades y condiciones dignas en el país decida emigrar a otros países. En ellos pueden gozar habitualmente de mejores salarios y condiciones. Aquí se puede apreciar uno de las causas de la mediocridad económica que sufre el país.
Más allá de las millones de personas sin trabajo, es preocupante el dato de que más de cinco millones de trabajadores ganan el salario mínimo. Esto hace que, esas personas, que quieren trabajar de manera digna apenas consuman porque no ganan nada de dinero o tienen un salario indigno. De hecho más de la mitad de las personas que tienen una edad apta para trabajar no consumen porque no pueden.
La demanda y el consumo son fundamentales para la economía, pero los datos que reflejan los estudios llevados a cabo durante los últimos años hacen que se aprecie una clara mediocridad a nivel económico.
La solución a ello sería apostar por políticas de crecimiento, en las que haya un incremento de salarios y se retenga al talento nacional.
La mediocridad económica en la Eurozona
Los últimos datos no son demasiado esperanzadores para la Eurozona de cara al año 2020. Las previsiones del OCDE rebaja el crecimiento de la zona Euro para lo que resta de 2019 pero sobre todo para el próximo año. Esto se traduce en que la Eurozona crecerá un 1,1% este año y un 1% en 2020.
Este crecimiento es muy reducido, con unas perspectivas de inflación muy alejadas del 2% y tipos de interés negativos. Esto se traduce en una economía prácticamente estancada, con lo que ello supone.
Esta mediocridad económica que viven y seguirán viviendo los países europeos viene determinada por diferentes aspectos. Entre ellos las tensiones comerciales existentes, que afecta a la confianza y la inversión. Esto, junto a la incertidumbre política, pone en peligro las perspectivas futuras de crecimiento.
Por otro lado, la OCDE considera que el crecimiento económico de China, uno de los principales socios comerciales de la zona Euro, se vaya modernando gradualmente, aunque existe el riesgo de que se produzca una desaceleración aguda y que se vean afectadas las importaciones.
Esto afectaría a la economía a nivel mundial. De esta manera el PIB a nivel global crecerá un 2,9% en 2019 y un 3% en 2020. Este es el ritmo más lento desde la crisis financiera. Y al mismo tiempo los riesgos siguen creciendo.
Esto hace necesario que se aplique una política fiscal apropiada así como las reformas estructurales oportunas, además de la política monetaria.
Política fiscal
La mediocridad económica hace que sea complicado expandir en la zona Euro la política monetaria por ser limitada. Sin embargo, podría ser necesaria por el mencionado crecimiento mediocre y una inflación que se mantendrá por debajo de lo que se esperaba.
Sin embargo, la aplicación de la política fiscal en conjunto con la política monetaria podría facilitar que los estabilizadores automáticos operen.
Los tipos de interés se encuentran por debajo del crecimiento nominal del PIB en la gran mayoría de los países avanzados. Esto provoca una oportunidad de riesgo bajo para aquellos territorios que padecen problemas en sus infraestructuras. Así pues podrían aprovechar la situación para crecer a largo plazo.
Que los tipos negativos sean una oportunidad es debido a que los Gobiernos tienen la capacidad de emitir deuda con coste cero, e incluso con beneficio.
Dentro de la zona Euro será necesario aplicar un programa conjunto, así como la aplicación de nuevas reformas para fomentar el crecimiento tanto a medio como a largo plazo, señalan los expertos. Esta es la manera de acabar con la mediocridad económica que afecta a los países europeos.