¿Cómo hace dinero la farmacéutica?
La farmacéutica es un negocio muy rentable hoy en día, eso no es un secreto para nadie. Pero, ¿Cómo hace realmente su dinero esta industria? ¿Por qué si existe tanto avance en la tecnología cada vez hay más enfermedades? ¿Será posible que, una de las corporaciones que se supone qué debe velar por la salud de las personas, se esté haciendo cada vez más millonaria a cuestas de tu ignorancia?
La competencia entre los laboratorios es cada vez más feroz; y no solamente cuando se trata de temas de suplementos dietéticos, vitaminas, analgésicos, antipiréticos o antiinflamatorios. El tema se vuelve mucho más preocupante cuando se habla de medicamentos que son vitales para salvar vidas; como antibióticos, antivirales, antialérgicos, insulina, medicamentos para tratar el cáncer y otros.
No es verdad que la farmacéutica se haga millonaria solamente vendiendo sus productos; el truco está en la estrategia que usa para vender masivamente. El problema no está en los laboratorios, ni en la publicidad; el problema real está en los consumidores que no se toman la verdadera precaución, ni le dan la suficiente importancia los medicamentos que están comprando.
Por muchos años la medicina natural ha sido la mejor salida para combatir enfermedades degenerativas, enfermedades crónicas y virus. Sin embargo, no le conviene a la farmacéutica dar a conocer ciertos secretos o ciertos detalles sobre los medicamentos naturales, porque estarían echando a perder su negocio.
En este post te voy a explicar un poco por qué la ley prohíbe muchos de los medicamentos o tratamientos naturales; y cómo es que la farmacéutica se hace multimillonaria a partir de tu ignorancia; colocando sus anzuelos publicitarios, aprovechándose de la desesperación de los enfermos.
Los permisos para vender drogas son el filtro
Cuando se corre la voz que algo es bueno para tratar o curar una condición médica lo primero que las personas desean es ver algún sello o certificado de salud que lo apruebe. Esto, porque se supone que esos sellos le brindan confiabilidad respecto al producto, supuestamente.
Ahora bien, analiza esto: lo primero que hizo la FDA (Food and Drug Administration) en beneficio de la industria farmacéutica, fue definir públicamente el concepto del término “droga”. Fue especificado como “cualquier sustancia que pueda mitigar, tratar o prevenir alguna enfermedad”. Pareciera ser una definición bastante clara y sencilla, ¿cierto?, pero en realidad encierra un detalle importante.
Tomando este concepto al pie de la letra, algunos alimentos podrían ser considerados droga. Por lo tanto, ningún médico podría recetar productos naturales o preparaciones naturales para combatir alguna enfermedad, si estos no están aprobados oficialmente según los requisitos de la ley.
¿Cómo es esto? Por ejemplo, muchos saben que si se consume ajo todos los días la presión arterial tiende a bajar; pero un médico no puede hacerte esta recomendación como tratamiento o venderte ajos como medicación porque irá preso. Más allá de sugerirte una dieta alta en ajo, tu médico no puede hacer más nada que recetarte un medicamento farmacológico para cumplir como profesional.
Por lo tanto, consumir ajo no se puede tomar en cuenta como una medicación que cura una enfermedad, sino como parte de una dieta; aunque está comprobado en millones de testimonios que el consumo de ajo controla la presión muy bien y sin efectos secundarios.
¿Cómo se aprueban las drogas para ser vendidas?
Para que una sustancia sea aprobada como una droga que cura o mejora enfermedades y pueda ser recetada oficialmente por los médicos, tiene que pasar por un proceso largo y costoso. Para que se pueda vender una cabeza de ajo en la farmacia como tratamiento para la presión alta; el laboratorio que se atreva a ello tiene que haber gastado alrededor de 800 millones de dólares en pruebas que certifiquen que realmente esa sustancia mejora dicha enfermedad.
Todos estos estudios clínicos, estas pruebas de laboratorio y certificaciones son un grandísimo negocio. La batalla comercial de los laboratorios nada tienen que ver con la real efectividad de los productos que vendan; sino más bien de promover lo que más rápido y con mayor margen de ganancia se pueda vender.
Para los médicos que quieran recetar productos naturales o que quieran patentar una marca en sustancias naturales que puedan curar enfermedades es prácticamente inasequible invertir 800 millones de dólares. Por lo tanto, los tratamientos naturales prácticamente quedan prohibidos por la ley.
Destruir la competencia es la clave
Está prohibido por ley hacer publicidad a cualquier sustancia que mitigue, cure o prevenga alguna enfermedad si no está aprobada por alguna farmacéutica. Por lo tanto, cualquier laboratorio o médico que quiera patentar alguna sustancia o droga necesitará tener los permisos adecuados.
Ahora bien, míralo desde este enfoque: Todo negocio empieza con un inversionista, de igual manera, en la farmacéutica, se necesita un inversionista millonario. Cuando los laboratorios pequeños o un grupo de médicos asociados descubren alguna sustancia para curar una enfermedad recurren a estos inversionistas. Lo que sucede es que muchas veces estos inversionistas no son médicos, ni están relacionados con el área de la salud; o simplemente no les importa la salud de las personas, lo que quieren es obtener el retorno de su inversión con gran ganancia.
En síntesis, cualquiera que venda una “droga”, entendida en la definición que ya he explicado, tiene que tener una licencia para ello; de lo contrario tendrá problemas con la ley. Así que no importa si alguien descubrió la cura para alguna enfermedad grave o terminal; sino es patentado por los grandes de la farmacéutica, por muy natural que sea y por muy beneficiosa que sea la sustancia no podrá salir a la venta.
Así es que se destruye la competencia naturista, poniendo de por medio un montón de políticas y certificaciones que aten de manos a los que realmente les interesa curar a las personas.
Vender la cura es delito
A la farmacéutica le conviene que no se descubra la cura de las enfermedades, vender la cura está prohibido, eso tumbaría el negocio. Es interesante analizar las palabras del doctor Richard J. Roberts, premio Nobel de medicina en 1993, cuando afirmó que la farmacéutica sólo piensa en los beneficios económicos de un capital; haciéndose dependiente de inversionistas que nada tienen que ver con la medicina o con los principios primarios de la medicina.
Este doctor realmente reconoció que la farmacéutica no quiere curar a las personas; que se trata de una industria que trata solo los síntomas, pero que busca que la persona continúe con la enfermedad para que se haga dependiente de los medicamentos. Así, en el momento que los deje de tomar, volverá el malestar y brota de nuevo la enfermedad, obligando a los desesperados enfermos a volver a comprar los medicamentos.
Es muy triste darse cuenta que un premio Nobel de medicina reconoce tal estafa de una industria que se supone que trabaja por el bienestar de la humanidad. Por lo tanto, si este famoso doctor tiene en duda la integridad de la industria farmacéutica, ¿qué debemos hacer nosotros los pacientes de enfermedades crónicas, los que padecemos dolencia o de infecciones y no sabemos nada sobre laboratorios o medicamentos?
La respuesta es muy sencilla: Tenemos que educarnos ahora más que nunca. Es importante que cada persona, cada paciente, se eduque respecto a la medicación que necesita tomar; que revise cuidadosamente las indicaciones de su médico y compare los laboratorios a los cuales frecuentemente les está comprando su tratamiento.
Los médicos han hecho un juramento, no se trata de señalarlos a ellos. Se podría decir que los médicos modernos son víctimas de esta industria comercial macro-capitalista y deshumanizada. La farmacéutica ha jugado con la vida y el bienestar de los pacientes, los médicos intentan salvarnos cuando estamos al borde de la muerte.
Los muertos no son rentables, por eso la farmacéutica no te quiere muerto, te quiere vivo pero enfermo. Así que sanarte no es conveniente para el mercado, vender la cura no es negocio. De este modo, convirtieron las curas en delito, para que nadie pueda quitarle los clientes a la farmacéutica. Es algo así como una mafia que se encarga de silenciar a aquellos que pueden tener el verdadero remedio de alguna enfermedad con tratamientos naturales accesibles a todos.
¿Quiénes son los responsables?
Se podría escribir todo un libro explicando las leyes, los reglamentos y las políticas que han llevado a la farmacéutica a convertirse en el gran Imperio de hoy. Sin embargo, actualmente, los responsables de que muchos no puedan curarse de sus enfermedades y continúen empeorando son los mismos pacientes.
El descuido y el desinterés por educarnos respecto al uso de medicamentos farmacológicos ha hecho cada vez más fuerte el Imperio de la farmacéutica. Es más fácil dejarse llevar por la publicidad, muchas veces engañosa, de medicamentos milagrosos que realmente sólo tratan los síntomas y no curan la enfermedad. Reconoce que te da pereza investigar, analizar y comparar los resultados de los tratamientos farmacológicos con los tratamientos naturales.
Hoy en día, gracias a las redes sociales, todo el mundo sabe sobre enfermedades y sobre medicamentos para tratarlas; pero muy pocas personas saben sobre salud y como mantener se sano de manera natural. Recuerda, la gente enferma siempre va a ser un negocio, pero la gente ignorante es un negocio aún más rentable.
Por ejemplo, desde hace ya muchos años atrás se sabe que las harinas refinadas y las azúcares refinadas son los principales causantes de la diabetes. No obstante, todavía muchos médicos y nutricionistas introducen en las dietas de personas con glucosa muy alta una rueda de pan tostado, papa sancochada e incluso arroz.
Estos médicos de pasarela, alegan que mientras sus pacientes se tomen sus medicamentos farmacológicos religiosamente para controlar la glucosa, pueden seguir consumiendo con regulación los carbohidratos. ¡Pero que narices! Se supone que el paciente busca poder controlar la diabetes, no que la diabetes le controle el bolsillo con esos tratamientos.
Todavía existen médicos que se pegan en el tema de contar las calorías y bajar el consumo de grasas para tratar la diabetes; haciendo cada vez más dependientes de los fármacos a sus pacientes porque no les atacan el problema alimenticio desde la raíz. Tienen que concientizar a sus pacientes, a nadie le gusta hacer dieta, pero a todos nos gusta ahorrar dinero.
Esta industria se ha encargado de hacer una gran campaña de desinformación sobre la verdadera alimentación o dieta que necesitan los enfermos. Los médicos de ahora saben decirles a sus pacientes qué medicamento debe tomar; pero muchos no saben con certeza qué alimentos deben consumir. Por lo general, remiten al nutricionista y ya está.
Tú tienes el control
¿De qué te sirve tener dinero y tratarte con los mejores especialistas si no tienes salud?, ¿De qué te sirve comprar medicamentos al laboratorio más famoso, si continúas padeciendo las mismas dolencias?
Cuando los medicamentos farmacológicos son necesarios realmente, salvan vidas. A pesar de ello, son muchos más los casos en que los medicamentos farmacológicos no son necesarios pero los médicos los recetan a diestra y siniestra. Incluso, tú te auto-medicas con frecuencia y ni te sabes el nombre de la pastilla, solo le pides al vendedor de la farmacia y listo.
Toma el control de tu salud y de tu bolsillo. No dejes tu vida en manos de cualquier industria; sí o sí tienes que empezar a revisar cada medicamento que vas a consumir. Compara los laboratorios, lee toda la información que viene dentro de la caja.
¿Acaso sabes cómo se han elaborado los últimos medicamentos que has tomado?, ¿leíste los efectos secundarios? Parece mucho trabajo, pero es la única manera de librarte del lazo comercial que le ha puesto la farmacéutica a todos los pacientes en su cuello. Ya no te dejes pasear como un perrito en el parque del mercado farmacéutico, descubre la libertad de estar sano y de poder elegir cómo curarte.